Periodista – Ecuador
Parecerá cosa de chiste. En el mundo entero (menos en Ecuador) se
estima que, si algún profesional debe estar más que bien preparado (y
sobre todo enterado) es el periodista profesional. Sin embargo, el autor
o autores del último texto, que será la futura Ley de Comunicación,
ignora completamente esta exigencia a pesar de que tenemos una ley que
data de septiembre 30 de 1975; es decir, de hace 37 años. Pero..
Cierto es que los propios medios de comunicación (grandes, pequeños
y medianos) se han encargado de hacer de esta ley, letra muerta. Ellos,
que tan celosos son de la aplicación de cualquier ley, sin embargo, se
han esmerado en desconocer las disposiciones de esta ley, en vigencia
desde septiembre 30 de 1975. Al principio, como que fue acatada a
medias, aunque algunos medios grandes, intencionalmente, se dieron el
lujo de despreciarla. Y eso que algunos presidentes de Colegio de
Periodistas hicieron lo posible (y lo imposible) porque se la
aplique. Pero todo fue inútil.
Yo parto del supuesto que los primeros interesados en una educación
superior de sus periodistas, son los propios medios de comunicación.
Mientras más educados, mejor. Pero esta exigencia (o requisito) como
que choca con realidades. En primer lugar, los dueños de los medios de
comunicación son los primeros interesados (por razones económicas) en
contratar como “periodistas profesionales” al primero que pasa por la
esquina. Es que esa persona, por lo general un desocupado, está
dispuesta, a bajo precio mensual, a decir cualquier cosa, sin
responsabilidad alguna. En cambio, el periodista formado en un nivel
académico, exigirá que le respeten sus opiniones y sus textos; y se
resistirá a decir lo que se quiera que diga.
Esto me recuerda un viejo periodista del diario El Telégrafo, que
firmaba como “Porthos”. Este articulista llegó a decir que los
periodistas de antaño se formaban como las prostitutas: que comenzaban
escribiendo cualquier cosa, porque les gusta. Por ahí, alguien le paga
una mesada por lo que ha escrito; y después, no quiere escribir sino le
pagan. ¿Cierto?
Desde luego, en esta formación “por la libre” hay de todo. Desde el
escritor que quiere que le difundan su mensaje hasta el inepto que
piensa que si le dan el chance en un medio comunicacional, le estarán
dando una nueva profesión, de la que es posible “sacar plata” como sea.
Por eso vemos a un sinfín de profesionales de otras disciplinas
(sociólogos, economistas, abogados y hasta ingenieros) ensayar de
periodistas. Es que su presencia en cualquier medio de comunicación, les
puede dar una embajada o un consulado; o cuando menos, un decanato de
comunicación
Si revisamos la historia de muchas profesiones académicas de estos
tiempos, veremos que los primeros “profesionales” (o los patronos) de
esas áreas, son todos académicos de otros sectores. ¿Acaso don Eugenio
de Santa Cruz y Espejo –el indio Chuzig- fue periodista profesional?
No, fue médico de profesión pero escribió sobre la libertad y la
independencia de lo que es hoy, Ecuador. ¿Acaso don Juan Montalvo fue
periodista formado a nivel académico? No. Fue un escritor-luchador y,
como tal, ensayó lo que hoy se denomina, periodismo de opinión. Y tuvo
como su principal enemigo a un García Moreno que, a más de haber sido un
curuchupa (conservador) recalcitrante; fue, un ilustrado de su tiempo.
No como ese Emilio Palacio. Igual ocurrió en Medicina, en la Abogacía,
etc.
¿Por qué se le niega al periodista profesional su derecho a formarse en
una facultad universitaria? Una pregunta que habría que hacerla al
abogado Andino o al arquitecto Cordero. Bueno, del señor César Montúfar,
de la Sra. Lourdes Tibán y del general Cobos, ni hablar.
Ellos –me da la espina- que tratan de que no haya ninguna ley de
comunicación; peor, mucho peor, que a los periodistas se les obligue a
seguir la universidad. Pero el resto, ¿qué dice?
Y no soy tan ciego y/o tan ofuscado que pienso que, por ir a la
universidad, ya son buenos. Pero, qué yo sepa, a nadie le ha hecho mal
la Universidad, por más mala que esta sea. Y que hay universidades que
nunca debieron abrir sus puertas, eso es evidente. Y que hay doctores
(en medicina, en ingeniería, en economía,en periodismo) que las
universidades abrieron sus puertas pero ellos no. Y eso también es
inevitable.
Felizmente, no soy abogado; pero no pocos critican, por ejemplo, la
defensa del diario El Universo de Guayaquil. Encuentran que ese diario
se confió en ese tipo de abogados que se van presos, junto al cliente.
Dicen que no pudo ser más pobre y más absurda la defensa del diario, de
sus principales. Bueno, deslindan al señor Emilio Palacio. Si el señor,
iba a una universidad (cualquiera) por lo menos se hubiera enterado
que el título de periodista no es una patente para acusar, insultar
(agraviar) impunemente. Pero, los señores Pérez, también debían estar
enterados que no se puede permitir que, en su diario, se digan tamañas
estupideces, a pesar de que, con todo derecho, pueden estar en
desacuerdo con el Presidente.
Y que no vengan con el cuento de que, en un medio de comunicación, un
editor de opinión (o de lo que sea) puede publicar cualquier barbaridad;
y que el medio pueda ser corresponsable. Todo medio tiene su línea
empresarial; y a esa hay que atenerse. No le faltó razón a la señora
Guadalupe Mantilla (Directora-propietaria del diario El Comercio de
Quito) cuando reunió a su plana de redacción y, sin más, les dijo más o
menos: “el diario es enemigo del señor Rafael Correa y de su revolución
ciudadana. Los que piensen estar a su lado, se equivocan, deben irse de
este medio de comunicación”. Y la lista de periodistas (profesionales o
no) que han tenido que buscar refugio en otro medio o en la casa, por
haber trasgredido la línea empresarial del medio, es larga y nutrida.
Otra cosa, muy distinta, es ese valor universal, consagrado por las
NN.UU. Cada quien, en su calidad de ser humano, tiene derecho a pensar y
difundir su pensamiento, como le dé la gana. Sin embargo, hay una
limitación a esa libertad; la libertad de los demás. En esto, los
europeos han tardado en comprender que no hay libertad absoluta. Y han
protagonizado dos guerras mundiales, con millones de muertos. En países
latinoamericanos (como es el caso de Ecuador) nuestros jurisconsultos,
hace rato que se dieron cuenta que no hay libertades totales. Que hay
que respetar el derecho de los demás a lo que se llama el buen nombre.
Lo que no quiere decir que al ladrón no debemos desenmascararle como
ladrón, si hay evidencias o por lo menos indicios de que ha robado. Y la
denuncia de robos al Estado y malos manejos, no es nuevo ni se ha
tenido que pedirle perdón al que sea. La historia de la humanidad está
plagada de casos de periodistas o no que dieron su vidas, para
desenmascarar al ladrón.
Y todas estas disquisiciones para decirles que, una cosa es la libertad
de expresión a la que todos tenemos pleno derecho; y otra, muy
distinta, la libertad de expresión de los medios de comunicación.
Y sostengo algo que les da erisipela a los sipianos (de la SIP-CIA) que
todo medio de comunicación es, por sí mismo, el primer enemigo de esta
libertad de expresión. Me explico: ¿no es verdad que no le pediremos
(peor exigirle) a la hojita dominical que se reparten en las iglesias
católicas, que defienda y proclame el marxismo como la verdad única y
última? Tampoco hemos de esperar –si somos cuerdos-que un semanario de
un partido político haga propaganda de otro.
Y ¿qué pasa con los medios de comunicación que se vuelven empresas?
¿No es verdad que querrán ganar muchos réditos? Si son empresas del
mundo capitalista, pues eso es lo que se espera. Y debe dar además un
doble servicio: debe ser fiel a la publicidad (que de eso vive) y debe
ser fiel a quiénes le patrocinan. Por eso es que es risible aquello de
que son medios independientes. ¿Independientes de qué o de quiénes? No
ha de ser por pura casualidad que los medios impresos llamados
amarillistas (hoy, hay estaciones de tv. y de radio, que también) en el
mundo entero, ocupan el primer lugar de lectoría. Es que el ser humano,
desde hace mucho tiempo (siglos) es curioso, en especial, en asuntos
sexuales y de asesinatos. Aun cuando diga que no, pero sí.
Por eso pienso que, a más de la ley de ejercicio profesional de los
periodistas, los medios deben identificarse cuando van a ser editados.
Lo mismo, los canales de televisión y las redes radiales. Si por
ejemplo, un diario, en lugar de declararse “independiente y libre” ¿los
demás no?) se declara un sostén del sistema y lucha por ello, es mucho
más honesto que lo diga, que esa es su línea política. No que es libre e
independiente.
Por todo lo dicho, se impone la preparación académica de los
periodistas y la identificación plena de los medios que uno lee, ve o
revisa.Quito, febrero 24/2012
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