TRAS LAS HUELLAS DEL FERIADO BANCARIO UN ATRACO QUE NO HAY QUE OLVIDAR

La mañana del 8 de marzo de 1999, los ecuatorianos fueron sorprendidos por una cadena nacional radiotelevisada, en la que el superintendente de Bancos, Jorge Egas, anunciaba la suspensión de todas las operaciones del sistema financiero ecuatoriano, durante 24 horas. Lo cual, horas más tarde, se extendió a 48 horas y se le dio el nombre de: <>. Dicho <>, como ningún otro en la historia, finalmente duró una semana.

Mientras tanto, el 11 de marzo de 1999, luego de dos días de <> y dos días de protestas, el presidente Jamil Mahuad decretó el “congelamiento de depósitos”, por un año, de las cuentas de más de 2 millones de sucres; supuestamente, para salvar de la quiebra a los bancos con problemas de iliquidez. Pero también subió el precio de los combustibles, estableció un paquete de reformas económicas y entregó préstamos millonarios a las instituciones financieras, con el dinero de todos los ecuatorianos. Todo lo cual, provocó una creciente inflación, devaluación y recesión, que afectaron profundamente a la población.

Las consecuencias sociales de las medidas que se tomaron para enfrentar la crisis bancaria de 1999 fueron terribles: hubo gente que murió, empresas que quebraron, aumentó el desempleo, la pobreza y la indigencia, y mucha gente salió del país. Porque la crisis nos golpeó a todos, sobre todo a los más vulnerables. Detrás de las cifras económicas de la crisis, hay miles de historias de frustración y sufrimiento. Y a pesar de que han pasado doce años, aún no se ha recuperado todo el dinero, ni se ha castigado a los responsables.
Por eso planteamos este espacio. Para recoger la memoria social de los efectos de la crisis más profunda del último siglo en Ecuador. Porque creemos que recordar es importante para luchar contra las injusticias del pasado y para construir democracias más justas, donde se reconozcan los errores y los abusos, donde se evite la impunidad. Pues la memoria permite resistir y está íntimamente ligada a lo que somos y a lo que queremos ser. Por eso, que nadie se quede sin participar, dejando su testimonio, por un Ecuador más justo, donde no reine la desmemoria, donde estemos siempre resistiendo el olvido.
¿Cree usted que Ecuador es un país sin memoria?

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